A LA MUJER QUE SIEMPRE AMÉ
Hace ya muchos años que verte quiero
tus rizos caracoleando con el viento,
tus pequeños ojos y tus labios tiernos
para silentes susurrarme ¡te quiero!
Y quisiera ser yo ese dulce viento
que contempla y acaricia tu figura
sobre tu lecho, inerte, desnuda,
porque enloquecer y morir me siento.
Como gota de agua ser quisiera
para correr tu cuerpo sin mesura,
besar tu piel como sublime tortura
y volver a la eterna primavera.
También quisiera ser rayo de luna
y que penetrara por tu ventana
para llegar al fondo de tu entraña
y que parieras nuestra gran fortuna.
Para siempre quisiera tu hermosura
contemplar, tu terso y redondo seno
libar y oprimiendo contra mi seno
sentir junto a mi tu dulce ternura.
Me juraste amor, tu mejor veneno,
me sacié y lentamente fui muriendo
entre las mas bellas ninfas, queriendo
jurarte, también yo, amor eterno.
Constantino Yánez Villaescusa
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