VII
Hay subsaharianos más favorecidos
que tras años de viaje, han trabajado
en diversos países y han conseguido
pagar un pasaje a hombres desalmados.
Esperan impasibles la partida…
Entre peñas por el mar azotadas
un barquero con una barca raída
increpa a los inmigrantes sin hadas.
Ardientes arreboles, en la tarde,
parecen unirse a una despedida
que por trémula, incertidumbre añade,
aún dando libertad a cada vida.
Sobrecargada la barca comienza
su lento viaje, personas hacinadas
que sudando frío interiormente rezan;
sus almas a su dios encomendadas.
Sus cuerpos pegados calor se prestan,
entre escalofríos cuando el miedo aprieta
al chirriar la barca si la ola encresta;
sobrecogiéndose a todos inquieta.
Sin hadas que les protejan su miedo
aumenta, los recuerdos de sus tierras
les dan fuerzas a seguir en su intento;
cambiaron a su Hada Azul por sirenas.
* * *
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