Mi humilde aportación a la VII Semana de la Salud del Centro de Salud 1, de Petrer, sobre "Violencia de Género"
VIOLENCIA DE
GÉNERO, O EL GÉNERO DE LA VIOLENCIA
Me resulta desagradable escribir sobre un tema tan denigrante
de la raza humana. La muerte de una persona a manos de otra siempre es
reprobable, pero, cuando esa muerte se refleja en la mujer, esposa o compañera
con la que un hombre comparte sus alegrías, sus penas, su economía, sus hijos…,
es repugnante, abominable, inadmisible. Y, este concepto también parecen
compartirlo, el poder legislativo (han promulgado la Ley Orgánica 1/2004, de 28
de diciembre, de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género).
También el poder judicial parece sensibilizado con el problema (han creado
juzgados especializados en la Violencia de Género); pero, sobre todo, la Sociedad, que se manifiesta con unos minutos
de silencio cuando se produce una muerte más; y ha creado ONGs que ayudan a las
mujeres desamparadas, que habiendo sido agredidas en sus múltiples formas, han
conseguido salir de sus hogares antes de tropezarse con la guadaña, siempre detrás de la puerta.
¿Es suficiente? No. Evidentemente, no.
De no ser por la importancia, la magnificencia y el
dramatismo que tiene esta lacra, hubiera pensado que el poder legislativo se ha
reído de las mujeres y de tantos hombres, aprobando una ley de semejante
trascendencia un 28 de diciembre.
La mencionada Ley, en el capítulo I, dice: <<La violencia de género no es un
problema que afecte al ámbito privado. Al contrario, se manifiesta como el
símbolo más brutal de la desigualdad de nuestra sociedad. Se trata de una violencia sobre las mujeres
por el hecho mismo de serlo, por ser consideradas por su agresores, carentes de
los derechos mínimos de libertad, respeto y capacidad de decisión>>. Y,
en su segundo punto continúa: Nuestra Constitución incorpora en su
artículo 15 el derecho de todos a la vida y a la integridad física y moral, sin
que en ningún caso puedan ser sometidos a torturas ni a penas o tratos
inhumanos o degradantes. Además, continúa nuestra Carta Magna, estos derechos
vinculan a todos los poderes públicos y sólo por ley puede regularse su
ejercicio>>.
Siendo la Ley citada tan clara y concisa en su apreciación,
me pregunto: ¿Cómo pueden los agresores llegar a dar muerte a sus víctimas?
¿Por qué no se detecta con rapidez el problema y su gravedad? ¿Quién se percata,
en primer lugar, de la situación de violencia que sufre una mujer? ¿Qué
protocolo se sigue en defensa de la víctima? Y, si se ha denunciado al
organismo correspondiente ¿qué medidas adopta éste en mantener la seguridad e
integridad de la mujer? ¿Dónde estamos fallando?
La estadística del ministerio de Sanidad, Servicios Sociales
e Igualdad, en su memoria sobre denuncias de violencia de género, hasta marzo
de 2015, dice que 20.358.827 habitantes son mujeres de 15 años o más. Esta cantidad
representa un 43,5 % de la población. De las que en el año 2013, denunciaron
agresiones un 11,5 %, es decir 124.823 mujeres, en el año 2014, denunciaron un
11,7 %, o sea 126.742 mujeres y, en el año 2015, de Enero a marzo denunciaron
un 2,8 %, lo que representa un total de
30.293 mujeres. Si estas últimas cifras las multiplicamos por tres
trimestres, arrojaría que al finalizar el año deben haber denunciado un 8,4 %,
es decir 90.879 mujeres, lo que representaría un descenso de 35.863 denuncias.
Si esta memoria la trasladamos a las víctimas mortales, las
cantidades son escalofriantes. Hasta el 18 de septiembre de 2015, las víctimas
mortales ascienden a 30, lo que representa 8 víctimas menos que en el mismo
periodo del año anterior. Pero, aun así, sigue siendo una cantidad inaceptable.
Debemos luchar para llegar a “Muertes 0”. Y, para ello, me ratifico, en que la
mujer, utilizando todas las asociaciones posibles, tanto de mujeres como de
hombres, todas aquellas que estén dispuestas a apoyar una llamada de este
calibre, se lancen a la calle. Hay que hacer todo el ruido posible para
conseguir que el poder legislativo, el Congreso de los Diputados, promulguen
las leyes que sean necesarias para evitar nuevas víctimas por la violencia de
sus parejas o exparejas. Leyes, que los jueces interpreten de forma inequívoca,
porque sólo tengan una interpretación, que no quepan las ambigüedades. Conseguir
que nadie se salte una orden de alejamiento y que nadie se pueda quitar un
dispositivo electrónico de seguimiento. Para
todo ello, me tendréis luchando, junto a vosotras, codo con codo y reivindicar,
así, vuestra integridad y vuestros derechos.
Hoy naciste luna fulgente,
tierno vientre de tierra fértil,
en penumbra, inmanente.
Quisiste ser mujer alegre
y te quedaste en súplica estéril.
Arañaste el último segundo,
gritaste ilusiones fingidas.
Resultaste opaca, incompleta,
cual saco roto de mendigo
que dispersa su verde yerba.
Hoy rezaste, y eres atea
y amenazaste serena
con ser tenebrosa tormenta.
Hoy sucumbiste ante la vida,
llenaste tus pulmones secos
de ajadas amapolas marchitas.
Regalaste tu último suspiro,
regaste de sangre la arena.
Hoy naciste luna fulgente
y al nacer ya morías,
tierno vientre de tierra fértil,
hoy…,¡sucumbiste ante la vida!
Constantino Yáñez. Diciembre 2006
Hermoso y triste poema Constantino, un tema angustioso y doloroso que a cada momento se cobra la vida de inocentes victimas
ResponderEliminarMuchas gracias por tu valiosa aportación y sobre todo por tu clara sensibilidad.
Felicidades un abrazo.
Besos, Pilar