con el pensamiento distraído,
la luz ya perdió mi razón;
mi alma el sentimiento decaído.
Siento pena por quien rencor
lleva en la sangre por sus venas,
por quien de la mentira apenas
siente el más mínimo rubor.
Observarse el propio ombligo
antes de pronunciar injurias
debe ser el primer obligo
que como personas, humanos,
supuestamente con razón…
Demostrarlo está en nuestras manos.
Una excelente reflexión de fondo, envuelta con tu caracteristica sutileza.
ResponderEliminarLos rencores son para necios...
Un abrazo Pilar